En el fondo de la marea los detectan los peces ciegos, los recogen con la luz de las antenas y juntos rezan al mismo dios, creen en la superficie, en arriba y abajo y en que nadar no es nada para no ahogarse, que solo te salva la levedad de tu cuerpo.
En la arcada de los cadáveres sin huesos, sin huesitos blanquísimos, los nenes y las nenas bailan y bailan y bailan
Miran la luna y no ven nada, miran el mar y ven la luna.
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