Un guerrillero no muere para ser colgado en la pared,
en mi remera impreso en rojo
en capas blanca, camisa de seda, negra, saco comprado hace una semana,
humo, enrevesado
desde la sala de preembarque del baile de las 2 de la mañana.
Un banco de cientos de años y confesiones
Sentado en mí, contra las miles de gota por segundo
Creciendo en la noche, en diciembre, en los papeles del piso.
Noctámbulo mi frio tiembla. La madera de mi mano derecha
Se astilla acariciado por el sudeste helado.
Mi Casa
en la ventana del teléfono, llamando
Una voz en francés mojada
Anuncia sus manos entre Valerinas amarillas
El viaje que cala su cuerpo
En una tormenta
Accidente
O amor. Oh amor, deletrea en francés pero al final
Es castellano el deseo.
El taxi que me lleva encierra un corazón estrujado por el mal amor
Un vals peruano y la chichi que le escucha las canciones.
Córdoba de punta a punta
Cruje entre las luces azules
El teléfono color marfil recibe dos mensajes:
Cruje entre las luces azules
El teléfono color marfil recibe dos mensajes:
Ya estoy en casa
Dale, pero después de las 3 y donde vos
El agua sobre el parqué, dos figuras
Humanas y bellas cruzando un océano delicado y fosforescente
En la pared blanco un corazón de luces de navidad,
El altar de Rita y Marilyn que navegan en un barco de más
De 50 años.
La puerta cerrada que no
El vecino fantasma deambulando atado a los boleros de mi audio
La mujer de al lado atraviesa el suelo desde el patio del palier hasta la vereda insertando así una línea metálica que desata la mugre, hojas, tierra, papeles perdidos, los restos de los balcones, el llanto de la niña del segundo c,
Cuece la vereda desde abajo abriendo una herida en el tubo, en la tierra, cortando el cuerpo del agua y haciendo aparecer gotas de sangre marrón, negra, gris sobre los adoquines de Arévalo.
Mientras el patio con relucientes venecitas de latex se ve debajo de 15 centímetros de agua y la puerta cerrada que no
Y el agua vuelve a entrar y baña el parqué como a la costa del Cabo Santa María a las seis de la mañana, como al cuerpo de un bebe, como la mejilla de una nena
La cama espina y cobija las caras. Entre las gotas que se siembran bajo el colchón, enciendo Mother
:
Do you think they’ll drop de bomb.
67 sobre 100 en el volumen de la TV para Floyd
Y los vecinos que igual cantan el feliz cumpleaños
Saco agua con el secador, con los ojos, con el hambre.
Bailo y caigo en la cama exhausto, lleno de amor
El agua sobre el parqué, dos figuras
Humanas y bellas cruzando un océano delicado y fosforescente
En la pared blanco un corazón de luces de navidad,
El altar de Rita y Marilyn que navegan en un barco de más
De 50 años.
La puerta cerrada que no
El vecino fantasma deambulando atado a los boleros de mi audio
La mujer de al lado atraviesa el suelo desde el patio del palier hasta la vereda insertando así una línea metálica que desata la mugre, hojas, tierra, papeles perdidos, los restos de los balcones, el llanto de la niña del segundo c,
Cuece la vereda desde abajo abriendo una herida en el tubo, en la tierra, cortando el cuerpo del agua y haciendo aparecer gotas de sangre marrón, negra, gris sobre los adoquines de Arévalo.
Mientras el patio con relucientes venecitas de latex se ve debajo de 15 centímetros de agua y la puerta cerrada que no
Y el agua vuelve a entrar y baña el parqué como a la costa del Cabo Santa María a las seis de la mañana, como al cuerpo de un bebe, como la mejilla de una nena
La cama espina y cobija las caras. Entre las gotas que se siembran bajo el colchón, enciendo Mother
:
Do you think they’ll drop de bomb.
67 sobre 100 en el volumen de la TV para Floyd
Y los vecinos que igual cantan el feliz cumpleaños
Saco agua con el secador, con los ojos, con el hambre.
Bailo y caigo en la cama exhausto, lleno de amor
Entre luces y corazones,
Y Con el che en mi pecho
1 comment:
Come to play, Warriors! me quedo con los tres espartanos que lucharon contra un millón de litros de agua en las termópilas de ese viernes de cenizas a las 3 de la mañana. Con caballos trapeadores y escudos de balde rojo. y la terrible decisiòn de arriezgarlo todo al abrir la persiana.
Sigue dando batalla ese maldito patio, tal vez pueda acompañarte en la próxima como en los viejos tiempos.
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