el mar negro
en sus manos
brillaba como un pez
una batalla, un globo rojo.
Pero ni siquiera así
sus aromas o tormentas se me pegaban a la piel.
Lo que quedaba entre las paredes de los cuartos
era el cuerpo, las astillas de humedad
plegada entre las sábanas, un viento hecho pedazos,
la botella de blanco vacía, la boca roja en una copa.
Oxidado como el fuselaje de un avión viejo
viaja la memoria nadando, casi sin aire,
submarina en mi pileta.
A veces se viste de negro
a veces brilla como un pez
una batalla,
un globo rojo.
1 comment:
Que fotos que te estas hechando guachin. Muy bueno todo marto y seguiré viniendo como siempre. ciao.
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