Monday, September 08, 2008

el Clarito y Marlon Brando

El creyó que Marlon Brando debería sostener la copa con dos dedos, solo algunas veces con tres. Que quizás en Tahití un Clarito fuera mejor que un Dry Martini. Y que los limones traídos desde el oeste, cruzando océanos y mares en un barco oxidado, aún tendrían en su piel, los aceites cosechados de las noches frías en algún campo de la pampa húmeda. O mejor, del patio de la abuela. Del árbol que se subía las tardes de domingo. Sería la mejor forma de estar cerca, no la única. El camino perfecto, lo que hoy sería poesía: un árbol encerrado en un patio de 5 x 5, el barco navegando día y noche, las palmeras salvajes y Marlon bebiendo a las seis de la tarde, última escala, destino. Pero para escribir ese texto, habría que desarmar las ideas en cortarlas en pedazos. Decirlas de otra manera. Versos, líneas, extractos. Así creía él cuando creaba. Así creaba cuando creía. Tomó la copa celeste que tenía en la biblioteca, la llenó de hielos de una cubetera sucia, vieja, con ya tres mudanzas encima, aunque siempre en el mismo freezer. El tamaño de los hielos mostraba que había estado inclinada, dejando caer parte del agua antes que se congelara. Tomó los más chicos y con cuatro llenó la copa. El cristal comenzó a empañarse en el tiempo que el tomaba el vaso de composición. Comprado en un anticuario como un florero, todavía nunca lo había usado. Lo llenó con los hielos restantes y fue hasta el escritorio, abrió firefox, youtube y buscó su escena favorita de Brando: “on the waterfront most famous scene”. Ahí estaba él, su hermano, el fondo de un auto, la ruta de la muerte y la muerte que mueve la cola envenenada entre uno y el otro. El niño y el hombre. I could have been somebody. Some, Body. Y el cuerpo perdido entre algunos, los dos y el resto que mira desde cada uno. Esta también el revolver donde estaba el dolor, la mano que duerme el gesto como si apagara un incendio, el silencio que abre la puerta. Chau, ahí se termina todo. Aunque el auto siguiera hasta hoy, cuarenta años después, ya nada más podría pasar ahí adentro. Las cartas no solo estaban jugadas, aunque el fondo del auto fuera una sala clandestina, fuera de cualquier regla de juego. Tomó el Gin Burnett’s, y recordó la superstición creada para esa botella. El ansia que la había transformado, una noche a sus diecisiete años, en una lámpara a la que pedirle deseos. A la que incrustarle deseos en su contenido, como luego lo haría en cartas, poemas, mails transoceánicos y terminaría en mensajes de texto de esos que nadie quiere leer. Let’s face it dijo Marlon, ya de fondo, a sus espaldas. Con la otra mano libe tomó y llevó hasta la cocina el Noilly Prat, casi acabado. Pensó en poner unas gotas del vermouth, pero vió lo poco que quedaba y tiro todo, revolvió y dejó caer el líquido, agua perfumada en francés, en la bacha de acero inoxidable. Agregó el gin y empezó a mirarlo, agachándose, buscando entender como cambiaba su forma, como mudaba su cuerpo al frío, como el de alguien que se encuentra desnudo de repente, como cuando un movimiento ajeno te saca las sábanas una noche de Julio. Debe haber pasado un minuto, o menos, quizás mucho meno. Revolvió y sirvió en la copa helada. Cortó la cáscara de un limón con un tramontina y la exprimió varias veces sobre la mezcla perfumada de Gin. El celeste ya era azul. El aceite cítrico formaba nubes del tamaño de cabezas de alfiler. Como lunares fantasma en un vestido blanco de verano. Llevó la copa hasta el escritorio, la posó al lado de la computadora. “A veces se te infecta la boca de insectos / O enredaderas que crecen y se secan con una palabra” estaba escrito en un documento de Word que había empezado antes de pensar en Marlon Brando. Su Clarito le abrió la boca, le recordó que cuando descubrió Burnett’s, Tahití era el lugar al que quería viajar. Y que no sabía quien era Marlon Brando. Y que no sabía lo que era un Clarito. I could have been somebody, pero a veces se te infecta la boca de insectos. No. I could have been somebody / pero después dejaste que tu boca haga crecer enredaderas. No. I could have been somebody, pero después la enredadera se llenó de insectos. No. Bebió el Clarito, abrió el google earth y buscó Tahití en el mapa. Aunque Marlon estuviera muerto, algo debería quedar ahí, como quedan los gestos en el aire, cuando una película termina. I could have been somebody / creyó / y el pasado creció como una enredadera / I could have been / dijo / y la boca se le llenó de insectos / y have been / y el pasado murió como el pasado, entre sus manos / I could / y la boca brilló como el aceite de un limón en la superficie de un Clarito / I / escribió / y la copa vacía le mostró su cara, la risa, y el futuro donde comprar su nuevo traje.