Friday, January 30, 2009

chic


No quise
Estropear el vestido blanco en el piso
Al pisarlo sin querer, camino al baño.
Pero no solo eso estaba tirado.
Era difícil no caminar sobre los restos
y aunque algo aún sirviera, todo estaba tirado:
el libro de Vian
la espuma del champán y los dados
la servilleta del hotel, con un número anotado
la guía T, en la página dieciséis
la memoria de la forma de comer
y no comer, las fogatas, las cenizas
el olor que resta, de un lugar revisitado.

Tuesday, January 27, 2009

6 A.M.


Ahí afuera, del otro lado de la oración
Alguien escucha en silencio, alguien
nada, enroscado en la frazada
caminando sobre la silueta del patio.
Arrullado por ese ruido que hace la enredadera con el viento.
Pero aunque adentro de la frazada haya un hombre
en él vestigios más que ruinas
y frío más que palabras
existe la posibilidad que el frío construya el golpe,
la caricia en la palma de la cara. Existe la posibilidad,
cierta, descubierta y susurrada
de sacar la foto exacta de lo que pasa en el cuerpo
y que la foto sea revelada.

Monday, January 26, 2009

tragedia


"How weary, stale, flat, and unprofitable
Seem to me all the uses of this world. "

"Why, what should be the fear?
I do not set my life at a pin's fee,
And for my soul, what can it do to that,
Being a thing immortal as itself? "

"How all occasions do inform against me,
And spur my dull revenge! "

Friday, January 23, 2009

inspiración



De noche se puede esperar la inspiración
o comenzar a incendiar todo. La cabeza, los tobillos de la sed
el hambre escrita en los libros de la biblioteca del amor,
la pasajera posada en la punta de la lengua
su pasado, sus besos en la espalda, la jauría de perros que suelta
en la cama cuando hace frío. Cuando nadie vuelve.
A veces un día cualquiera de Abril. Al azar.
Pero aunque las llamas me devoren, me palpen el pecho como un ciego
es tan lindo sentir el calor. Me hace pensar en esa gente fea
dando cuerda al reloj del odio. Me hace sentir a salvo.
Me blinda contra las temporadas de lluvias
y el hastío de las tardes de TV. Me lleva de la mano como a un niño que traen de vuelta a su origen, en una playa de Enero. Pero aún con ese algodón hinchando el pecho,
retorcería las manos de esa figura,
devolvería los mails, haría de mi antojo un atajo,
marcaría con puntos rojos su camino hasta la cama
así todos sabrían lo frágil, lo solitario y
triste de sus noches. Grabaría su voz la vez que esta sola,
solita y sola bailando frente a su almohada.
Pero la inspiración no se encama con el odio, y es mucho mejor
hasta podría decir hermoso, hacer paquetes recubiertos en papel de flores
con postales de esas personas y sus relojes a cuerda, con su vientre envenenado
con las palabras que siembran entre las sábanas y su mugre
En el fango de sus bocas. Es mejor abrir la ventana de la cama
la puerta de la heladera como si atrás estuviera la salida al océano
el muelle de carga y descarga, la sala de preembarque de un aeropuerto internacional.
Y hundirse en la noche como en el río,
bajo el sol y a oscuras.

En los dibujos animados decían
que mientras lo demonios planeaban destruir el mundo,
en el Salón de la Justicia se planeaba como detenerlos,
sobre una gran mesa blanca. Eso es lo que quiero
planear como detener. Planear. Moler los ojos que miran desde atrás
freezar la sombra de los zombies que caminan contra el frío
y aunque en momentos como ahora me río
y me río tanto que hasta dejo
de escribir, no es la risa lo que hace el sueño
no es la risa lo que hace justicia. La risa es el salvavidas,
la luz en la cueva, la escritura del amor en un bloc de agua. La risa es una amante, que vive en un pais lejano, con pasajes de avión ilimitados.
Pero aunque la inspiración nunca llegue a la noche ni en la risa
y mis manos se congelen entre el vino blanco
el teclado prendido fuego y los comentarios de la foto del verano
no es hora de irse a dormir. Ni de planear. Ni de mentir.
Hay frente a mí, una foto vieja en la que estoy a punto de saltar del trampolín. Un salto que no hice. Pero bueno, era chico, tenía miedo
A mi no me pusieron la espada en la espalda como a los que estaban conmigo
Y el agua entonces se hacía nube, barro.
Y eso también hizo a la forma del arrojo, al mapa físico de la memoria.
Pero todo esto, y cuando digo todo señalo con la mirada la A4 entera en que escribo
no tendría que hacer la espera de la inspiración, esa brasa enterrada en el cuerpo
pero al menos este es el momento de incendiar todo
la cama, el fuselaje del hambre de madrugada
la respiración entrecortada frente a un mail que tiene más de cinco años
mi risa entrecortada por la sed y los pedacitos de hielo
los vasos que quedan debajo de la cama, tu vestido prometido
en la basura.

De noche se puede esperar la inspiración
Y comenzar a incendiarlo todo.

Thursday, January 22, 2009

W


Puro Gin ingles con trazos viscosos de vermouth francés. Y aunque de nuestra Francia solo quedan oraciones escritas en el marco de la cama, tu disco de Boris Vian en una caja, en tu casa, en el que era mi cajón, en lo que eran mis mañanas sentado en la orilla de tu sueño, al menos entiendo sin subtítulos lo que dice la etiqueta, su lugar de origen, la receta L’Original Dry y su dirección en Marsella. Allá era el vino, no este que guardo en el piso del placard, fresco y al resguardo del 95 por ciento de humedad de noviembre. Era fresco, venía de la provincia, el sur, tu sur. ¿Te acordás cuando volvimos de Brasil en el auto? Cruzamos Uruguay, partiéndolo al medio y dejando de un lado el mar y del otro una frazada verde que dijiste que ibas a llevarte, para guardar hasta el invierno en una caja y abrigarte esas noches en que yo volvía tarde. En la única estación de servicio que había en 500 kilómetros, un camión cubría bajo una lona color marfil, sucia, cinco mil botellas de vino vacías. El camionero te contó a vos esto mientras yo pagaba la nafta en pesos uruguayos, separándolos de reales, arena y caracoles. En el auto, mientras cruzábamos ríos y cambiaban los carteles de la ruta de color, entre tus pies, rodaban las últimas dos botellas de cerveza que nos tomamos. Oscuras, con la etiqueta reseca del sol. Enterradas por la mitad, en la playa del faro, se entibiaban mientras la luz oscurecía todo el horizonte dejando a flote solo un pedazo de mar. En el otro extremo del océano, en Junio, descubrimos juntos el Manhattan y armamos el mapa de su receta sobre la barra: el whisky era mío, por su historia de inmigrantes y Humprey Bogart, el vermouth dulce era tuyo por su origen italiano, como tus anteojos preferidos, Venecia y Marcello Mastroiani. El bitter angostura era mío porque venía del trópico, como los piratas, el calor y el Cáncer de Henry Miller, y la copa era tuya porque era frágil, transparente y francesa. El hombre del bar mezclaba en un vaso de vidrio alto con una cuchara de metal plateado y lo servía dejando apenas medio centímetro desde la superficie líquida hasta mis labios, los tuyos, los míos, los tuyos y así hasta que quedaba solo la cereza en el fondo, como una piedra rara. Ya en casa, la mía, ensayando solos no era lo mismo y las proporciones cambiaron, no en su fórmula, pero sí en el peso que tenían. Ya con las bebidas en el cuerpo, bebíamos con las piernas colgando del balcón, tapados por una sábana, con el perfume a lavanda que le frotabas en la bañadera llena de agua tibia.

Wednesday, January 21, 2009

sed


Lo lindo es el frío artificial, la máquina que le da forma. También la espuma, esa masa liviana y frondosa. Los terneros degollados, antes de ese momento, caminando sobre el pasto como navegantes solitarios. Esos animales nunca están perdidos. Lo lindo es la sed, de venganza, de justicia, de amor, de muerte, de la boca cuando ve correr un río. la sed de repente, la conquistada, la que da el sueño. Lindos son los mosaicos exactos, recortados, la forma que dan a las cosas. Lo lindo es la espuma de las orillas, su olor a yodo en el mar de la infancia. El mar, el viaje hasta el mar, la sed en el final del viaje y una cerveza helada para la sed.

Monday, January 19, 2009

blanco y negro


los ojos no dicen nada,
porque los ojos nunca dicen nada
anuncian sí, como un cartel de neón. También
esconden, espantan, expiran, quizás
en este caso. Cuando te pasaron ese ojo húmedo por el vientre
la película dijo lo que quizás también diga de mí
el hígado esta manchado, algo intoxicado,
con una forma rara en una de sus partes, latiendo.
Es la primera vez que sé esto de estar con jeringas descartables
antibióticos en la heladera y una foto de tu interior, en negro y blanco.
Una foto y la película instantánea.
Lo que no mostraba la ecografía
era la parte del tiempo, todas tus camas
y las mías. Las mañanas de repente salvajes,
las bolsas de alimento y sus peces de colores
la oda pasada y titulada con tu nombre
la persona que amo esa oda.
Mi amor cuando olvidó a esa persona.
Tu fama de testigo, creció con vos, trepando a los vestidos de flores
A la misma seda que a mi me gustaba,
a tus amantes, a espaldas de mis noches troqueladas
en un feo cubrecama. Lo que sí mostraba la película
es la forma del tiempo, el futuro en blanco y negro
el doble, el cansancio,
los restos de la vida en la otra vida
la basura del amor
la sangre y el motor
lo que mueve el corazón,
aunque ya no quiera nada

Saturday, January 10, 2009

lindo


Lo lindo es ver la curva, compararla con las viejas pistas que se pisaban con las manos en la arena. Los ríos que atraviesan las ciudades, las ciudades que viven del río, los ríos que se comen las ciudades, las ciudades que nadan en sus ríos, los ríos que se pierden en las ciudades, las ciudades en que uno se hunde como un río. Lo lindo son los puentes, caminar de un lado al otro, que los autos no entren, que cuelguen de ellos mismos, que sean descartables, que uno pueda volver a ellos, que las costillas se les oxiden con el tiempo.


Lo lindo es que el txipirón nadaba, que la cabra que dio la leche para el queso en ese momento todavía pastaba, que el hombre pose animales en un plato blanco de porcelana El aceite de oliva, el perejil, el fuego que hace oro, el hambre que deshace, la sombra que muele.


Lo lindo es cuando llueve de repente, el brillo de la piedra, los chicos que hacen casa, juego, historia. El aburrimiento instantáneo, la mirada enarbolada hacia la distancia, el que ríe, la que nada adentro del piloto, el que dice cuando para de llover. Lo lindo es la ventana que deja entrar la luz, muestra las caras, el metal que es de otro color por la mañana, con la lluvia, con la mano que lo frota en el taller, al doblarse y cuando deja de llover.


Lo lindo es el verde que parece que se cae y no se cae, el agua contenida en la fronda, el verde salvaje, a salvo del hombre. Volver al punto de partida de otro y que ese otro también sea uno, que la piedra siga estando, que la carne se mantenga fresca toda la noche al aire libre, que en el origen haya lucha, banderas que celebran la pelea, que desde el punto de partida se esté hablando de libertad. Y de historia. Lo lindo son algunas formas que le da el hombre a lo materiales, más precisamente el arco de piedra de la puerta. La pared piedra por piedra, las zanjas en que la tierra mastica la lluvia.


Lo lindo es encontrar tu lugar en el mundo, señalarlo, que también sea nuevo para alguien. También el pan, cuando se apila en el espacio que abre el hambre, cuando se compra cada día, cuando su cuerpo de espigas parece espuma. Lo lindo es poder desplegar un mapa para recorrer las distancias, midiéndolas con la escala, volver a los lugares en que uno fue feliz. También prender la luz interna del mundo con solo colgar un cable de la pared, encandilarse, descubrir los países soñados en la infancia, besarlos con la yema de los dedos, la memoria, crearlos de nuevo y creerme.







Thursday, January 08, 2009

Lo


lo profundo es el aire
la espuma en la fronda del mar
la entrada del túnel
el frío de la arena
el año desde Enero, la memoria incendiada

lo profundo es de repente
la espuma en el aire,
el frío en la entrada del túnel
la memoria de Enero incendiada

lo profundo es el aire
el año en que nacimos
la huida nocturna en un taxi
la fronda del sueño en el mar

Tuesday, January 06, 2009

Love


"How many hotels will take to love you"

Sunday, January 04, 2009

saudade



Saudade, decía V con el viento del mar escrito en una servilleta con el nombre del bar donde tomábamos una cerveza. La calle había sido un circo hacía diez minutos, y quedaban papeles de colores, botellas de cerveza vacías, y la cara del mar dada vuelta por un grito mío, que también hizo que se levantara a bailar, corriendo una mesa con una mano, acariciando el frente de la botella como a un animal dormido y acomodando su vestido blanco. Y también que me llevara a bailar a mí, temblando y enroscado a una serpiente de seda, al lugar donde todavía seguía el desfile de polleras amarillas, infladas a fuerza de giros, morenas casi desnudas, nadadores de bañeras antiguas, bailarinas, quizás nacidas en un cabaret de Manaos, luchadores de la arena, mariposas, ángeles de celofán y brillantina, ninfas recortadas de fotos polaroid trasnochadas, hombres vestidos como mujeres hermosas y hombres vestidos como otros hombres. La sal, la arena y la humedad que venía del mar, primero se sentían en los labios, aún incluso si se le daba la espalda al Atlántico. Pero cuando corría por la boca, entre los restos de cerveza, mugre, besos y polvo era que el cuerpo caía dentro de sí, rodaba por su noche eléctrica y sanguínea y atravesaba las olas de la memoria. Felizmente, bailando la memoria crece y muere en cada paso. Adquiere formas instantáneas y fugaces, como la cintura de un cuerpo cuando se lo agarra, solo para hacerlo girar. Esa tarde, porque recién serían las 3 de la tarde cuando V dijo Saudade en el bar, la memoria era un esqueleto plástico, liviano, húmedo y serpenteante. Si el recuerdo hubiera podido florecer o engordar como un libro que se deja debajo de la ducha, V se hubiera multiplicado buscándose a sí misma en la historia, el camino de adoquines que bajaba del morro me hubiera llevado hasta otras veredas, la santa Rita a domingos floridos, soleados y abandonados, y la espalda de la cama donde dormía, al insomnio y la sed de la madrugada. Pero al bailar, todo desaparecía, tomaba una forma diferente, se disfrazaba o era tragado por las miradas esquivas que se trenzaban en la calle. La saudade era solo una palabra sobre la mesa, besada por el viento del mar y borracha. La saudade estaba en el futuro, enceguecida en un registro de memoria, en el lugar en el que no llega el baile ni las fantasías, esperando, prometida, dócil.

Saturday, January 03, 2009

ombligo




Tan chiquita la muerte, bordada
con estrellitas de hilo azul
alrededor de su ombligo

Aunque a veces se expande el color, su ruido crocante y metálico
el país que guarda en secreto en un segundo es nieve, se derrite,
me muele la boca, ilumina como una calle de algodón que cruza un desierto.

Thursday, January 01, 2009

la ruta




Pensar que el verde estaba ahí donde ahora el asfalto se hunde, quema la tierra, corta el tiempo como una pista musical negra. A 60 km el amarillo se empasta en los ojos, pero a 120 te cruza como un rayo. Si no estuviera el cartel que anuncia la curva, sería muy difícil saber lo que viene. Un auto, una bajada, animales, otro país. Los que andan mucho en la ruta, saben ver en las formas que se recortan en el horizonte, señales para adivinar su curso, la forma del camino. En la ruta todo se mueve. En la ruta uno se mueve. Es difícil saber el tamaño de cada movimiento. En la foto de la ruta solo se ve, impreso en las cosas, nuestro movimiento. Si uno fija la mirada en el horizonte, se siente la calma, el futuro inmediato incierto, la bajada. También se ve la luz, y el lugar preciso en que el cielo y la línea del horizonte se comen entre sí.


Después de la curva, el auto baja y empieza a hundirse. En el fondo, parece, ya no se verá nada. Pero a esa niebla nunca se llega. Y el temor que podría dar, contrasta con la calma de la recta. La línea cortada en pedazos le da otra forma al tiempo, sincroniza el tránsito, señala los cambios en la velocidad, evita que el amarillo se nos clave en la mirada. Entre la niebla, parece que hay una curva, a la izquierda. Esas son las que esconden a los autos que llegan de frente. Esas son las que esconden a los autos que vienen atrás.


La curva a la izquierda es corta, plana y esconde una nueva curva, pero a la derecha. Y la niebla sí aparece. Espesa, húmeda, liviana. El auto nos separa, nos blinda y nos ata. Al perder visibilidad, uno encuentra cierta inmediatez del camino. Se borra el horizonte y con él, la velocidad. Toda la masa verde, mojada, vibrante pasa de paisaje a pintura, de foto a fresco, de forma a fondo. Y del camino, de las ruinas que quedan de él cuando la niebla lo muele, aparece otra cosa, una forma acuosa e indefinida. La luz es la luz y desnuda lo artificial y tosco del guarda raid, el trazo de la pintura amarilla en el asfalto y las miles de piedras que hacen el asfalto. En ese momento, uno tendría que salir del auto y ver todo en la foto. Congelar la niebla y hundirse. Y sentir lo que no siente al auto, y ver lo que no ve la foto, y llegar a donde nunca se llega, y saber lo que no saben las señales.