Wednesday, September 22, 2010

En el camino -Mar del Plata VII




Mientras todos huyeron del reino
a montar la cresta blanca del mar,
la reina juega sola en su castillo
esa fortaleza en que vive, su cabeza.
Mientras ella duerme, todos
saben lo que tienen que hacer: nada.
O fuego, para que los barcos y la noche
sepan dónde no terminar.
A la mañana y desde la torre,
la reina también enciende
con todo lo que encuentra a mano,
Una gran pira.
Entre las llamas sueña lo que más ama.
Todos vuelven mojados, esa mañana
llenos de sal y desnudos de su paseo marítimo
a rendirse, a explicar que no sabían
a besarle las manos a su majestad.
Cuando lo hacen, la reina llora.
Cuando lo hacen, siente que el castillo es ella.

Sunday, September 19, 2010

En el camino -Mar del Plata VI




Al partir, un gran cartel
que de día no dice nada, y de noche nadie ve.
Al partir la reina dejó eso
posado sobre el acantilado de sus últimas palabras:
un gran cartel para que en todo su reino se sepa
siempre, que no tiene más nada que decir.

En el camino - Mar del Plata V




Un páramo en el nombre
esa máscara que se desnuda
esa ilusión de que bajo el mismo cielo
se construye algo que el tiempo no termina

En el camino - Necochea




Tres balas con la cabeza cubierta de titanio
cargadas en el arma, en
el corazón de San Justo, contra las villas
miserias de esos negros de mierda
que metieron justo acá, tan cerca.
Ya no se puede vivir en esta ciudad, sino es
con una Beretta entre las piernas, como anda mi mujer
con el arma de su padre militar. Yo me asusté
yo me la llevé lejos, yo fundé Necochea, yo sé vivir
yo logre sacarle en un viaje esa arma, esas balas
ese traje militar, esa muerte cargada entre las piernas.
Yo soy su héroe. Y hoy sólo el viento me rodea
como una frazada helada que me blinda del miedo,
de los padres, del lugar donde nací
y al que nunca voy a volver

Thursday, September 16, 2010

En el camino - Posadas




I
Cien princesas bailan frente a Encarnayork, Paraguay
Chapoteando en el fango del nunca jamás. El rio
baja, con los restos fúnebres de la selva
Con los animales salvajes que le tiemblan en el lecho
Con la lluvia hecha espuma, viento, frío.

II
Doradas en brillantina, las princesas dan giros en puntas de pie
contra las cuerdas de la noche. Cuando paran a descansar
hablan de un lugar hermoso, de los aviones
de Paris, de los castillos, de las princesas que nunca llegaron
de los peligros del camino, del lobo del hombre que nunca es lobo.

III
Los amos de la ciudad, rodean a las princesas
contando kilómetros y muertos en sus 4 X 4
doblan en su pecho, con la punta de sus dedos, las sábanas del deseo.
Andan con la ventana abierta y el aire acondicionado prendido
Montados sobre los autos con que sueñan los niños en alguna provincia de Japón.

IV
Al lado de los movimientos, a cuerda por los tambores,
un tren que no va a salir nunca más es un resto, un muro,
una ilusión. Se llevan los niños rubios, se llevan los árboles
se llevan las princesas a bailar, mejor sería que se hubieran llevado
también el tren. Mejor es no dejar nada que dejar esto abandonado.

Sunday, September 12, 2010

En el camino - Corrientes




La mujer a la que un hombre no deja ir a ningún lado,
sale desnuda a la rambla de la noche. Los pies en el agua, dulce
la máquina de orar en el puño, el frio en algún lugar de la infancia,
el pecho lleno de flores. Los días contados hasta su madrugada.

El rio es su sueño, un sueño el cielo, el cielo un imán.
La atracción le devuelve todas las cosas de la memoria
en el murmullo acuático, en la fronda de la fauna aérea.
Es feliz porque así como lo trae
el agua se lo lleva, todo, entre las ramas flotantes,
la basura, el frío. Es feliz porque en la noche
nada es más cierto que su reflejo en el agua.

Friday, September 10, 2010

En el camino - Oberá II




En Oberá, dios es japonés y atiende un bar,
un viejo en silla de ruedas que fuma con el retrato de su Tokio
transformado en una postal de un sueño hecho pedazos.
También de Hiroshima. También de su familia hace mil años.
Bajo la sombra de sus fantasías, fuma, bebe
cuenta botellas, anota todo lo que pasa en un cuaderno Gloria
y da cuerda al motor de la vida con su zurda intacta.
En silencio, sentado sobre un almohadón hecho a mano
lee el diario, esperando que la presidenta de la nación llegue ese día
y se digne ir hasta su bar, hasta el mostrador desnudo,
con el sol aún bien en alto, a mirarlo a los ojos
a nombrarlo como lo que siempre fue,
un dios extraviado en un lugar extraño.

En el camino - Oberá




I
La selva lame la ruta
y los pies de los niños chapotean
en la orilla de esas olas verdes.
Pasos diminutos, hermanos de la mano
marchan bajo el sol de mediodía,
sobre la costura del asfalto y la tierra roja.

II
Montañas de agua en el lomo de los camiones
El trabajo de los niños, ya grandes,
con el corazón todavía andando de vuelta de la escuela.

La fronda embolsada lleva también sus cuerpos
el pasaje secreto a la selva
el hambre al que le ponen precio, el nombre imposible de los dueños

sus manos rojas,

a veces llenas de sol, a veces llenas de tierra
a veces llenas de fuego.

En el camino - Atlanta




Haciendo fila para entrar a un país,
la máquina de escribir tipea en mi cabeza
allí donde solo hay aire, cielo, kilómetros cuadrados
de un continente atravesado a 10000 pies.

El fuselaje de mi cuerpo aéreo
Entra con lo justo bajo las arcadas de mi sueño.
Tras este aterrizaje, todo de repente parece en orden:
hay un país esperando, tengo el destino escrito en un papel
defino mi ocupación en ocho letras, el guardián de la ley me sonríe
y yo recuerdo que Kafka ya habló de algo así.

Con el pasaporte sellado
entro caminando en el país de mis sueños
sonriendo, el super yo mirando a todos a la cara
y muchas ganas de matar.

Thursday, September 02, 2010

En el camino - Rio das Pedras




El agua blanda repite el morro, la memoria
esa pileta en que nadan los sueños que ya no sueño
y en los sueños yo, su majestad.

En el camino - Dearborn




I
Huevos benedictine y pancakes
junto a Henry Ford, plástico y con la mirada negra,
una maqueta tibia de un mundo que no existe más.
Ni ruinas del tiempo, del trabajo, de las despedidas.

De los aviones enemigos que cruzaron el pecho a oscuras

De la mentira secreta en que nunca dejó de vivir el yo

Del hambre de madrugada que palpó la espalda a ciegas.

II
Cereales y café con leche
la luz muele el sueño sobre la cama
entre las sábanas, el sol
ese animal extraño que deja ver todo lo que tapó el deseo.