Thursday, October 28, 2010

En el camino - Calafate




Las postales te repiten, helada en el paisaje. En algún lugar
un guía lleva en puntas de pie a los que te caminan el cuerpo,
a los que aman crecer en tu espalda. Los llevan
hasta ese lugar de la memoria en que hasta las fotos son inofensivas,
en que las fotos son la memoria. Antes de volver a escribir
le doy vuelta la cara a mis palabras. Les arranco
la brillantina que les pegó el amor. Las acaricio
como a esos peces que deja en la arena el mar.
Creo que esta vez van a decir lo que yo quiero.
Temo que esta vez digan lo que yo quiero. Cada tanto
un trueno recuerda que el hielo cae,
un cartel que a veces también mata. El lago a mis pies
dónde es que termina todo.

Monday, October 25, 2010

En el camino - Dearborn IV




Su cuerpo, ventilado y refrigerado huye. En la estela estoy yo
contra las cuerdas de la memoria, tirando golpes para salvarme la herida.
Si se diera vuelta, y ella sabe cómo hacerlo
si me mirara, y ella recuerda cómo era,
todo terminaría.

The end.

El tren pasaría a ser un tren, la huida su huida, y ella ella.

La foto congela el momento en el momento ese
en que estoy a salvo. Ese instante memorable en que flota el yo
en la pileta olímpica de un amor que no termina más.

Saturday, October 23, 2010

En el camino - Dearborn III





Para mi padre Ford era un dios y para mí
mi padre era un Falcon blanco lleno de barro.
Todo podría haber terminado en ese error,
si la máquina no se hubiera perdido en el tiempo,
si los países hubieran detenido sus conquistas,
si el amor hubiera sido incierto. Lejos, tan lejos como la infancia
y en el patio de atrás de la juguetería de la historia,
Una máquina repite a dios sin cansancio. Plástico
liviano, con las manos en los bolsillos y la mirada de plomo
Henry aún mira al mundo como lo que es. Enfrente estoy yo.
El que no cree, el que no miente, el que al final del viaje
y de la fe, paga dos dólares para devolverlo al mundo,
y llevarlo como ofrenda a los brazos de mi papá.

Monday, October 18, 2010

En el camino - Santiago de Chile




Tres animales mitológicos, tres bestias de barro sin nombre.
Caben entre mis manos, los muevo y se rozan como amantes,
como yo quiero que se rocen, para que hagan ruido y se les raye el negro.
Para que sean algo parecido a un tigre, a un animal blanco y negro.
Los miro, los alzo, los creo y les creo un mundo en su futuro.
Soy un héroe, un soñador, un amante que ama insinuar la vida.
Un amante que ama criar la historia.
Qué importa que la reina me odie, que no me crea, que mire al avión y al espejo,
qué importa que no sepa cómo acariciarme como al cachorro que también soy
qué importa que no vea al nómade en su oasis, en la noche, entre las sábanas.
Ella es la última en el vuelo, yo soy el último en ella
Todo parece terminar en la sala de preembarque. Nadie lo sabe.
Ni nosotros, aunque ahí este el cartel que lo dice en neón.
En el otro lado del vuelo la vida volverá a ser nuestra
los animales encontrarán su lugar entre los libros, entre
todos los otros animales, en la historia, en el mito
en la fauna silvestre creada en otros viajes. En ella al final será
un vago recuerdo, un misterio, una vida más de paso. El héroe
y los animales, se guardarán en el futuro un lugar, unas palabras
el poder de saber ver en el pasado donde el futuro mostró su cara.

Sunday, October 17, 2010

En el camino - Dearborn II




Día a día, vos y yo
nos levantábamos pensando en eso
la fronda nocturna en que el lobo andaba desnudo
la luz, sí, también en la luz pero entre las ramas
dándole forma al follaje, a todo el verde, al silencio
a las sombras de la fauna, esos monstruos
que soltabas entre las sábanas. Sí
también nos levantábamos con ellos.

Día a día, vos y yo
nos despertábamos pensando en eso
la desembocadura del miedo, ese futuro
en que el Atlántico iba a masticarse diez años que no
esa mañana en que iban a volver las cartas
los poemas malditos y los negativos del verano.
Mi casa de juego, sí, también amanecíamos con el
patiecito de adoquines y de infancia.

Día a día, vos y yo
nos levantábamos también escondiendo todo eso

Thursday, October 07, 2010

En el camino -Mar del Plata VIII




El edificio inglés es una gran carpa de piedra,
una nave hundida en la fronda verde
de un juego en el que todos ganan. Los socios,
hombres vestidos aún en las manos de sus madres,
se juntan cada día a repetir sus hazañas.
Las banderas de sus corazones
sólo tienen dos colores, un escudo, la mugre del tiempo
la primera letra de cada palabra real,
los nombres de aquellos que ellos no son.
Abandonados, solos, ebrios de tanto gin tonic a las 6
de tanto golf en tierras extrañas
miran desde la ventana esa cancha íntima
ese escenario en el que ya no juegan más,
allí donde ya no saben,
el lugar que perdieron cuando se sentaron
bajo las banderas y los héroes, a contar
que en el tiempo en que nacieron
el whisky era mucho mejor y que, al final
todas las mujeres son iguales.