Día a día, vos y yo
nos levantábamos pensando en eso
la fronda nocturna en que el lobo andaba desnudo
la luz, sí, también en la luz pero entre las ramas
dándole forma al follaje, a todo el verde, al silencio
a las sombras de la fauna, esos monstruos
que soltabas entre las sábanas. Sí
también nos levantábamos con ellos.
Día a día, vos y yo
nos despertábamos pensando en eso
la desembocadura del miedo, ese futuro
en que el Atlántico iba a masticarse diez años que no
esa mañana en que iban a volver las cartas
los poemas malditos y los negativos del verano.
Mi casa de juego, sí, también amanecíamos con el
patiecito de adoquines y de infancia.
Día a día, vos y yo
nos levantábamos también escondiendo todo eso
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