Tuesday, September 22, 2009

Catorceava clase – La derrota


I
Después de tres días de viento del sudeste, el río esta colmado.

Es decir, el agua besa hasta donde empieza a desplegarse la gran alfombra verde del jardín del náutico de San Isidro.

Otros días, la marea baja, desnudaba el barro, la mugre, los restos metálicos, basura, el fango masticando, mudo, lo que cae siempre atravesando el suelo.

II
Luego de dos sábados sin subir a Matilde, creo olvidar todo sobre el velero y la navegación.

Sobre un barco, cada cosa tiene un nombre,

y cada palabra es nueva.

Uno no aprende muchos vocabularios en su vida.

Hay algunos que te hacen medir, otros hablar, este,
navegar.

III
El Pampero es el viento que suele venir luego del sudeste.

Contrario a su anterior, aleja la tormenta y hace bajar las aguas.

El primer día del Pampero el aire se desnuda, se saca de encima el polvo, la arena
Los restos de las flores flotantes del delta.

huele a agua dulce, al rocío que levanta de la costa, a vacío.

IV
Con rumbo directo a la Ciudad Universitaria,
El capitán lee el programa del examen final.

Durante treinta minutos, con el rumbo fijo en un punto de la costa

Esteban lee, y lee, y lee.

Cada tema a evaluar para lograr el título de timonel está escrito en un idioma extraño.

V
Hay toda una sección del programa que habla sobre la derrota

Cómo medirla. Cómo reconocerla. Cómo estimarla.

Creo recordar que estas tres preguntas están en el programa.

La derrota es un tema importante.

Al menos cómo medirla, cómo reconocerla, cómo estimarla.

VI
Por primera vez logro hacer sin equivocarme, dos veces seguida el nudo ‘haz de guía’.

El descubrimiento que me hizo no fallar fue haber entendido cómo era el nudo.
Esteban me había mostrado que, antes de cerrar el nudo, yo podía ver si una parte del cabo trababa la otra, y eso daba cuenta de si estaba bien el nudo antes de cerrarlo.

Siempre es bueno poder saber antes de terminar de cerrar algo si uno está en el camino correcto.

Siempre es bueno saber que se puede hacer un nudo.

VII
De regreso, discutimos sobre los Piratas y su organización.

Yo cuento algo que leí en un libro, que ellos no tenían rangos fijos, sino que la cadena de mando solo se ponía en rigor en el momento de la navegación o la batalla.

El resto del tiempo repartían el botín en partes iguales, compartían la comida, dormían sin distinciones de comodidades.

Duró poco esta experiencia.

No hace falta que algo dure un siglo para que sea inspirador.