Thursday, May 22, 2008

S

El le dijo que después le mandaba un mensaje para decirle a qué hora pasaba. Ella dijo ok. Después, mandó otro mensaje con la dirección. Y firmó ‘besos’. El plural a el le gusto. Cuando se estaba cambiando, el la S final lo puso nervioso. Dudó entre dos camisas y se puso a planchar una de ellas sobre la cama. Mientras se calentaba la plancha, volvió a leer los mails. Puso en el gmail el nombre de ella, y aparecieron tres mails. El primero tenía un año. Los últimos dos eran de hace un mes. Borró uno por uno todos los mensajes y dejó dos. Los dos eran de ella. Planchó la camisa y pensó qué tenía ganas de beber. Jameson. No. Vat 69. Tampoco. Martini rosso. Fue a la heladera y no había soda. Sacó del freezer la botella de vodka Smirnoff Black y sirvió un shot. Aroma a nada. Lo bebió de un sorbo. Se sirvió otro. Puso a cargar el teléfono y volvió a ver los mensajes. Aunque no había ninguno nuevo. Con el shot de vodka en la mano, se sentó en el suelo de la cocina para ver el mapa de Buenos Aires de la pared. Devoto realmente estaba lejos. Flores también. En ese momento se dio cuenta que estaba oscuro. El viento arrastraba hojas secas en el patio, y solo sentía el ruido. Prendió la luz de la cocina, tomó tres galletas marineras y se fue al patio. En una revista de cine, vieja, comprada en Corrientes a tres pesos, vio la foto de Brando. Marlon con las manos grandes, gordas buscaba algo entre los cocos. Entre los cocos y todo el ron que se habían bebido en ellos. Ella con los ojos cerrados, parece acariciar lo que él busca. Hay fotos. Fotos sobre ellos, enmarcándolos. Fotos viejas, en blanco y negro. Con la plancha con la luz roja encendida, planchó la camisa blanca. Buscó la corbata negra. Afuera hacía frío. La de Marlon parecía una última salida. Las cosas encontradas y perdidas arriba de la mesa. Las manos buscando, sin intención. Los cuerpos abandonados, sin peso, livianos como lo cocos vacíos. Un final posible. La S volvió a su memoria. El cuerpo se le volvió a tensar, y la luz que prendió el vecino le dejó ver el patio, las hojas. El viento. El teléfono vibró. Mensaje nuevo.

2 comments:

Javier Delfino (javoc) said...

Textos bien destilados. Imagenes añejadas en barricas de roble. Y las fotos ahumadas con turba de su tierra. Salud!

Shalena Mitcher said...

Es insoportablemente atractivo cuando las eses tienen importancia y el tiempo se ensancha tanto. Bien que es agotador, no?
Pero es lo-más.