Tuesday, September 05, 2006

beber en Buenos Aires

ALQUIMIA
Martín Auzmendi, Tato Giovannoni

Cócteles glamorosos

Buenos Aires esconde secretos, refugios, placeres. Dos cócteles prendieron el fuego de la noche en 647, un nuevo espacio glamoroso, que late en el corazón de San Telmo.

Tacuarí 647, era el único dato que tenía. Aquí me encontraría con Renato Giovannoni, bartender, más conocido como Tato. Frente a una puerta negra metálica, con el 6 el 4 y el 7 dorados identificando el lugar, fui recibido por unos hombres de negro. La mención de mi nombre despejó la entrada. Tenía ante mí un territorio glamoroso: paredes negras y rojas; mesas rodeadas por sillones en semicírculo; arañas vintage de cristal bañando de luz tenue las mesas y una cava vidriada, separando dos barras también, rojas y brillantes. Ahí apoyados, Tato me contó que el lugar es el sueño de dos británicos, Nick Hargreaves, empresario, y Terry Walshe, cineasta, que acostumbrados a su vida en Londres, Nueva York, Sydney, Ibiza y Río de Janeiro, decidieron crear un espacio exclusivo, un club privado al que se accede por membresía, ambientado al estilo de Shangai de los años 40, recreando en el hemisferio Sur la sofisticación del Londres que vivieron en los años ‘80. Entre los diferentes salones y el black room -sala para los miembros más exclusivos- emerge la barra, de la que surgen solo quince cócteles -creaciones originales-, que se ofrecen como perlas de un collar que se renueva periódicamente, a partir de la imaginación de Tato, el bar manager del lugar.

Para entrar en clima, Tato ofreció Martinis. Este cóctel mítico hunde sus raíces en diversas historias que explican su origen. La más firme ubica su nacimiento en un bar cercano al pueblo de Martínez en California, al que debería su nombre tras el cambio de las dos últimas letras por una i. Su receta, esa que todo bartender desearía haber creado, es una combinación de Gin, Vermouth seco y una aceituna, todo enfriado y servido sin hielo en una copa cóctel, con su inconfundible forma de V, sobre un pie de cristal. A partir de esa combinación de tres elementos, las recetas se han multiplicado sin frontera. En su versión, la Número 3,Tato eligió cambiar las notas aromáticas y especiadas del Gin por la Vodka. El sabor se haría más neutro, destacando la sedosidad y el vigor francés de la vodka elegida: Grey Goose. Sobre la pureza alcohólica, resaltaba el perfume del Martini dry; en el fondo, una oliva negra.

NUMERO 3
En un vaso de composición, con abundante hielo en su interior, combinar 9 partes de Vodka Grey Goose y 1 parte de Martini dry. Revolver durante unos segundos y servir el líquido, colándolo (para evitar que los hielos caigan en la copa) en una copa cóctel, previamente enfriada. Para terminar, sumergir 1 oliva negra.

Para cambiar el color de la noche, el desafío a nuestros cuerpos fue un cóctel que Tato llamó Maiko blush. El nombre tiene su origen en el rubor de las geishas, quienes antes de ser consagradas como tales, son nombradas maiko. El color en las copas repite el de las mejillas de esas damas japonesas, tal vez por eso, para contrarrestar tanto ardor, esta vez la preparación sería batida en una coctelera de un plateado inmaculado.

MAIKO BLUSH
En una coctelera con hielo se agregan 4 partes de Vodka Skyy, 3 partes de Dubonnet rouge, vermouth francés, y por último, 3 partes de jugo de ciruela. Se bate con movimiento violento, hasta que la coctelera empañe el metal y se sirve, colándolo, en una copa cóctel previamente enfriada con hielo. Para coronar la obra, en ese momento se sumerge la amarena, dejándola caer hasta el fondo de la copa.

Beber este cóctel con reminiscencias de geisha sacudió mi cuerpo. Una combinación fresca, potente y especiada. La noche se fue abriendo como un mapa sobre la barra roja del lugar. Nuestras copas vacías anunciaban las primeras llamas encendidas en el cuerpo. El fuego estaba en nuestras manos. Solo la noche podría apagarlo.

1 comment:

Mayra Gallucci said...

Lindas las luces violetas y rojas del espacio. Linda la copa con liquido transparente que deja ver una aceituna como por una lupa.
Linda escalera para el eco de los tacos altos.