Monday, February 18, 2008

el diablo

El diablo está en la máquina que estampa flores en las telas chinas, en las favelas donde se cría la samba al sol de lamparitas de 45 wats, en los vestidos blancos de algodón, en la TV que comenta un tiroteo nocturno, en las fantasías, en la frontera entre dos países limítrofes. A veces se mira y se refleja en el esmalte carmín, en el iris de los ojos cuando se cierran después de medianoche. El diablo se moja en el asfalto meado, se viste de fiesta mirándose a un espejo de pie, come con las manos, guarda los restos en el freezer, baila abriendo los brazos. Y cerrando los ojos.

El diablo es una peluca roja en Río de Janeiro. Una promesa que se hace a bordo de un avión, de ida, en un viaje sin vuelta confirmada. El diablo duerme boca arriba. Nada con los ojos abiertos. El diablo está en el rocío del campo, cuando el primer sol brilla. En el aire que levanta el mar cuando va a llover. En las madrugadas de la A.M. cuando no puedo dormir. El diablo vive más que una mariposa, pero no vuela, aunque tenga alas. El diablo es la máquina que estampa flores en las telas chinas. El diablo huele a jazmines, azares, canela y clavo. El diablo es uno de los tres deseos del cumpleaños. El diablo a veces existe. Y cuando existe, es una fantasía de carnaval.

3 comments:

sebastian Israelit said...

te juro que me encanto el texto , tiene aires de escritor maduro y vivido, me hace acordar a Borges

Anonymous said...

lindo trio, toda una sintesis de cosas, un recorte. y las palabras que desguazan los significados y multiplican las relaciones y el goce. un placer

Shalena Mitcher said...

In Devil We Trust