Monday, August 31, 2009

Treceava clase – El mal


I
¡Ey! ¡Qué hacen! ¡Cuidado con los chicos!

Grita la tripulación de Matilde a los cuatro hombres sentados en la torre de un yate.

Su barco, una fortaleza gastada y a motor tira su cuerpo de plástico sobre el camino de unos niños que navegan sus pequeños barcos a vela.

¡Hijos de puta! ¡Ey! ¡Pelotudos! ¡Qué hacen!

Insiste la tripulación con la los puños en alto, como bárbaros deseosos de tomar por asalto la torre desde la que gobiernan su embarcación esos hombres que ahora se levantan y nos miran con furia

¡La culpa la tienen ellos que no saben navegar!

Gritan desde sus tronos, señalando a pequeños navegantes que ordenen sus barcos en fila, guiando su aprendizaje en un enjambre de cascos y velas blancas.

¡Maleducados! ¡Forros! ¡Pelotudos de mierda! trinan los aprendices de Matilde, parados sobre la cubierta del velero de madera sobre el que aprenden cada sábado, ansiosos por saltar a la cubierta del yate y moler a golpes el alma corrupta de esos hombres.

El yate se escapa, camino al San Antonio, el santuario de los hombres que andan a motor, el cementerio de millones de dólares invertidos en castillos lujosos con aire acondicionado y falsos caballos de fuerza.

¡Que ganas de cagarlos a trompadas! Muerde su bronca la tripulación mientras el capitán busca calmar los ánimos, deseosos de justicia.

II
La navegación luego continúa en paz, comiendo sándwiches, bebiendo un vino del 2004 y mirando con desdén las embarcaciones que no saben navegar a vela.

III
Aprender a navegar no solo se trata de saber llevar un barco de un punto a otro impulsado por el viento, sino de cómo es ese recorrido. La forma y la estética del camino. Dar respeto a una embarcación o una señal, los derechos que marcan la ley en un cruce, el orden entre los hombres en la maniobra, conocer y amar las fuerzas de la naturaleza, construir un camino desde la navegación de cabotaje a la de alta mar, colocar visible el pabellón que indica tu procedencia y el del país al que se llega, colaborar en los problemas de otro navegante.

IV
El viento del noroeste lleva a Matilde hacia el sur, sur este. El agua baja y desnuda las lomas de arena, las señales de peligro, los cadáveres trenzados en el fango.

V
El mal también anda por el agua, no solo en el peligro que crea un barco, no solo en los hombres que gritan desde su torre, no solo en los que cortan el camino de aprendizaje de los niños, sino también, y lo que es mucho más grave, en esos hombres que acusan a los chicos de no saber. A esos hombres hay que bajarlos de la torre, molerlos, tirarlos al agua sin salvavidas y ver como la sabia corriente que baja los lleva lejos, al mar, al océano, al olvido, a la nada.

3 comments:

navegarteavela@yahoo.com.ar said...

Querido amigo, que sabias son tus palabras!, cuanto momia dando vuelta hasta en el rio. El sabado que viene vamos a considerar técnicas de abordaje.
Salud!

Javier Delfino (javoc) said...

Como me la perdí, canejo! Estaba en el Sur pero un poco de mi estaba sobre el matilde como siempre que sopla un buen viento. Salud!

Shalena Mitcher said...

el II es muy gracioso.