Thursday, May 23, 2013

Negroni


Ella en la esquina de la barra. Ella porque no me acuerdo el nombre, sí que la ví, no hace mucho, otra noche. O no sé, creo que era ella de noche, pero eran muchos los que estaban ahí y saludé a casi todos y tengo mala memoria, mucha, me lo digo yo y me lo dicen siempre. Y se enojan. La mala memoria trae problemas, pienso y vuelvo a mirar a la chica que sonríe y me señala la barrica que está arriba de la barra. Quiere eso que sacamos de ese barrilito de madera. Quiere lo que esa noche quieren todos. Agarro un vaso, lo pongo abajo de la canillita y la miro, y sonrío, y pienso que no se quién es. Abro la canilla y no sale nada, o sí: gotas. Levanto la barrica, liviana como cuando está vacía, mientras oigo que me gritan “Spritz”, “Campari”, “Martín”, “pelado”, “te dejaste la barba”, “amigo”, “cantinero”. Barman ya no dice casi nadie y tal vez ya no lo sea, me digo mientras busco el embudo y la botella de Negroni para llenar la barrica y pienso en ella: en cómo se llamará ella, en dónde era que la vi la última vez, en si será Vanesa o María Carolina. Sostengo a barrica entre las manos a la altura del pecho y la miro, y sonrío, y la sacudo como un sonajero que no hace ruido para que vea que estoy haciendo lo que tengo que hacer para ir a donde está ella con lo que me pidió. Abre los brazos con las palmas hacia arriba, como para una plegaria. Y se ríe, siempre se ríe, y tiene los ojos marrón claro como la madera de la barrica y rodeada de otra gente que también mira y también bebe y también pide. Lo agarro a Javier de los hombros y le pido las botellas, el Negroni, lo que tengo que meter adentro de la barrica. Serio, tapándome con él para que nadie vea que no sonrío. Javier me escucha pedir y me da la botella llena y el embudo y me dice que me ayuda y suena Neil Young y una guitarra que parece que se rompe. Saco el tapón de la barrica y “hola Martín qué me vas a dar de tomar” y “hola María termino con esto y estoy con vos” y siento el ruido del Negroni entrando en la barrica y veo el vaso con los hielos que va a tener ella en la mano cuando termine de llenar la barrica y le sirva y llegue hasta ella. Corto una piel de naranja, la retuerzo y la dejo caer dentro del trago. Y voy hasta ella y sonrío y me digo es María sí es María porque cuando me lo dijo me acordé de la canción María entonces digo “hola María, el Negroni, como el que tomaste la otra noche pero esta vez añejado en una barrica por un par de días” y ella dice “me encantó el otro” y yo le digo “te va a gustar más este” y me voy hacia el la cocina, exhausto, con las manos mojadas, frías y un nombre en la cabeza.
Este trabajo responde a una consigna dada en el marco del Máster de Crónica de la revista Orsai

1 comment:

fedecuco said...

querido amigo siempre es tan lindo leer blogs.
dan ganas de ser escritor como usted, siempre espero esa novela sobre bares y copas.

cuidese