
Londres me espera
En sus costillas de polvo desnudo,
en la foto
en el arco iris temblando en la niebla
en la cama con un moñito de raso perdido.
Deja su cuerpo precioso en una piedra, desnudo
en el algodón de las sábanas con miles de hebras por centímetro
cuadrado, y la razón dada en la carta sin sello postal.
Pero en el cuarto de hotel de once
el jabón huele a la primavera en plaza San Martín
mis yemas
palpan la humedad en las almohadas
y todo ese mes que fuiste mía,
nada
en el vapor de la ducha
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